lunes, enero 23, 2006

Trabajar para el estado sólo acentúa más las ojeras y obliga a intensificar las jornadas de lectura. En fin por aquí nos estamos viendo. Mientras, respondo las preguntas que, con el tino de un esquimal zurdo, mi buen BEF me ha lanzado. Aunque creo que resultaría más fácil preguntarle a quienes conviven diario con nosotros cuáles son nuestros cinco hábitos raros: tan asumidas tiene uno sus manías que en ocasiones nos parecen la cosa más natural del mundo.

Va.

i al salir de casa regreso un par de veces (por lo menos) para comprobar si está bien cerrada la puerta

ii sufro una extraña variante del síndrome de diógenes: tengo la idea de que todo lo que vea, toque u oiga me va a servir en el futuro (aunque de momento no esté del todo claro para qué)

iii hábito no controlado: suelo hablar dormido con aberrante frecuencia. si alguien llega a interrogarme en ese estado puedo confesar hasta quién mató a Colosio

iv desde hace más de diez años reviso diariamente la nota roja de los diarios (por lo menos aquellos que contienen más ketchup)

v soy un comprador compulsivo, un poseído del boucher. puedo ir sólo por un rastrillo y regresar con el carrito lleno hasta de croquetas para perro (por si algún día compro uno)


martes, enero 10, 2006

Decidí intentarlo pese a saber en el fondo que todo inicio —o reinicio— implicaba cierta dificultad. En especial cuando se trata de sentimientos. Pocos son los hombres que podemos esquivarlos. Los años nos vuelven nostálgicos. En realidad no es que echemos de menos al pasado; al contrario, está demasiado presente en nuestra vida, así que pronto nos percatamos de que intentar olvidarlo es una empresa inútil. A final de cuentas, el tiempo tiene que ver más con la memoria que con el transcurrir de un simple calendario; y si algo tenía yo en aquel entonces eran recuerdos, muchos y de toda clase.

Fragmento de La Penumbra
(novela en preparación)

lunes, enero 09, 2006

greetings from norway


Anja Garbarek es una clara prueba de que si algo legó el electro pop ochentero fue un buen número de productores —en su mayoría ex integrantes de los grupos más representativos de la época— quienes supieron echar adelante proyectos que ahora brillan con luz propia en el firmamento de la música contemporánea.

Hija del saxofonista Jan Garbarek, esta chica Noruega irrumpe ahora en la escena con Briefly Shaking (2005), un disco de excelente manufactura, el cuarto desde que lanzó su Velkomenn Inn en 1992. Ya entonces daba claras muestras de lo que era su música, una propuesta que comulga con el trip hop más elaborado y la atinada irrupción de ritmos y sonidos electrónicos, como lo hace en Balloon Mood de 1996.

Ella misma ha dicho que le gusta tomarse su tiempo entre cada disco. Eso le permitió contar con la colaboración de Robert Wyatt, Mark Hollis (Talk Talk), Steve Jansen (Japan) y Mitsuo Tate (ex Cocteau Twins) en lo que se considera su mejor álbum Smiling & Waving (2001).

Vale la pena dejarse llevar por su voz a lo Geike Arnaert (con quien parece guardar alguna similitud) y su peculiar pop avantgarde, que lo mismo evoca a Sigur Rós o a Hooverphonic, que a Zero 7, Massive Attack o el Portishead de su etapa más lacónica y atractiva.